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Podando
Hace varios posts que os anunciábamos que íbamos a dedicar un capítulo especial de esta 'Voz' a la poda.  Es, durante estos gélido meses invernales, cuando el agricultor desarrolla esta labor trascendental y que determinará la calidad final de la uva y, por tanto, la elaboración de un buen vino. La vid es una planta leñosa trepadora que, si la dejáramos crecer libremente, alcanzaría los 30 metros de altura. Es la acción humana, mediante el corte  de sus ramas jóvenes, la que va a limitar su desarrollo leñoso dotando a la planta una forma determinada, reduciendo su envejecimiento, manteniendo su desarrollo en un espacio cultivable, regulando su producción y vigor,  mejorando la calidad final del fruto y alargando su vida productiva. Son obvios, por tanto, los grandes beneficios de esta tarea de la que ya, hace casi 2000 años, el escritor agronómico Columela hablaba en su “Tratado de Rústica” como pilar esencial para el control de la calidad de la uva.  Porque mediante esos cortes obtenemos un equilibrio biológico de la cepa y una buena distribución de la savia, que facilita su posterior insolación y función clorofílica, así como una buena aireación que limite las enfermedades. Pero además, limitando el número de yemas fructíferas se consigue que cada cepa cargue sólo aquellas uvas a las que pueda conferir una calidad y un desarrollo compatible con su vigor. Al podar, se eliminan todas las yemas presentes en esos sarmientos, dejando exclusivamente unos diez o doce, impidiendo así que surjan un número elevado de brotes que serían más débiles y que, por tanto, alimentarían mal a unos racimos que ofrecerían uvas de baja calidad.  Se trata de una operación manual, costosa y muy especializada, que se realiza con tijera y que, aunque en el mundo existen más sistemas, en las fincas de nuestra bodega  realizamos de dos formas principales:
  • Poda en vaso: Sistema tradicional en Rioja y en Ribera del Duero y que aún se ve en viñas viejas, está constituido por un tronco que soporta varios brazos dispuestos en el espacio. En el caso del vaso riojano, está formado por un tronco con tres brazos que llevan dos pulgares con dos yemas cada uno.
  • Poda en Cordón Royat o en espaldera: Es el sistema más empleado actualmente tanto en Rioja como en Ribera del Duero. La cepa presenta brazos espaciados en forma de cordón, que se sitúan sobre un alambre (espaldera), quedando las yemas alternativamente por encima y por debajo. Se puede formar un cordón simple, en un sentido, o en las dos direcciones, cordón doble. Este sistema, con un importante costo de de implantación y mantenimiento, facilita las labores de vendimia y además, permite una mejor defensa contra las heladas y las enfermedades.
 Cada Denominación de Origen reglamenta los sistemas de poda, así como el número máximo de yemas permitidas por cepa y limita la producción legal máxima de uva por hectárea con el objetivo de garantizar la máxima calidad de sus vinos. Y aunque, en general, cantidad y calidad están reñidas, en ocasiones la naturaleza es caprichosa permitiendo que, como ocurrió en Rioja en 2005, se puedan obtener copiosas cantidades de uva y, además, con una calidad de vino excelente.        

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  • José Anselmo Sepúlveda Yañez
    José Anselmo Sepúlveda Yañez
    21 de Mayo de 2012 a las 20:02
    Interesante artículo. Felicitaciones ya que para quienes somos neófitos en la materia de la poda nos facilita, en gran forma, el referido trabajo y además nos permite gozar del propio esfuerzo. Gracias .
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