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Un paseo por la Tierra de los Zares
"Es imposible amar algo ni odiar algo, sin empezar a conocerlo". Leonardo Da Vinci (1.452-1.519)
Acabamos de llegar de un intenso viaje por las tierras de los Zares.  Una vez más, nos ha tocado mostrar nuestros vinos mucho más allá de nuestras fronteras riojanas. Ya lo asevera el dicho… “Si la montaña no va a Mahoma….” Y, esta vez, el lugar elegido ha sido Rusia. La verdad es que es un destino que a todos nos apasiona. Coincidirán conmigo: lo desconocido y lejano atrae mucho. Rusia es un país emergente en el mundo del vino, difícil, pero emergente. Los rusos siempre han tenido fama de ser buenos bebedores. En cantidad y en calidad. Ya en la época de los Zares se exportaban algunos de los mejores caldos bordeleses para el disfrute de su nobleza. Hoy en día, existen los nuevos Zares del dinero. Poderosos hombres de negocios -dejémoslo ahí- en busca de todo lo que signifique LUJO: coches, ropa, relojes, bellas mujeres (es así, lo siento) y, como no, VINO. Y para allí que nos fuimos. Y qué mejor guía que nuestro Luis del Águila, Export Manager de los países que nosotros, con cariño,  llamamos “cirílicos”. El primer destino: Moscú. Una ciudad llena de encantos la verdad pero que, lo apretado de la agenda, apenas nos dejo conocer. Únicamente un ligero paseo por la fría y lluviosa Plaza Roja. Aún tenía la ilusión de encontrarme con Michelle Pfeiffer y Sean Connery corriendo por las calles de Moscú como en aquella película de los 90 ‘La Casa Rusia’….¡Que desilusión!... Volvamos al vino. Moscú es una ciudad con una buena vida social, repleta de muy buenos restaurantes donde la gente con posibles les encanta salir a comer y a cenar. Pero claro, como en muchos otros lugares, lo que domina son los restaurantes italianos, y no solo pizzerías. Obviamente, quien domina en estos restaurantes son los vinos italianos. Las cartas de vinos están repletas de marcas italianos y a un precio razonablemente alto. Qué le vamos a hacer: lo hacen muy bien. Han sabido unir sus productos, incluido el vino, al mundo del lujo y del glamour. Parece que todo lo que suena a italiano, por malo que sea (que a veces lo es) va unido a marcas como Ferrari, Armani, Gucchi,…o yo qué se. Productos, a veces, mediocres, unidos a una imagen de marca de nivel exclusivo. Sin embargo, nosotros, los españolitos, vamos con la bandera de tener una envidiable relación entre  calidades y precios. ¡Se imaginan la posición que tendríamos en los mercados  si nuestros productos, de una calidad altísima, fuesen unidos a la imagen de marca de lujo y glamour en vez de esa imagen “mejor relación calidad/precio!. Hace muchos años escuché decir a un conferenciante en no se qué foro, que al vino español, y al dela Riojaen particular, le hacía falta tener más confianza en sí mismo, apostando porque nos viesen como un país productor de grandes vinos. Como decía, no basta con hacerlo, lo tenemos que ENSEÑAR. Pero como en otras muchas cosas, este es un barro en el que no me quiero meter mucho. Otro aspecto que me sigue maravillando allí donde voy es el exquisito cuidado que tienen con todo lo que rodea al mundo del vino. Y aquí en Rusia, ocurrió lo mismo. El cuidado con el que preparan las catas, las copas siempre inmaculadas (la palabra me viene al dedo en estas fechas), sin olores raros, los vinos siempre en las mejores condiciones de temperatura, el servicio impecable, el ambiente de lujo, vamos… todo. Y aquí, muchas veces, nos las damos de ser los guardianes de las esencias. ¡Hay que salir para aprender!. El viaje continúo por tres ciudades más: Rostov del Dom, Sochi -donde se celebraran los próximos Juegos Olímpicos de Invierno- y San Petersburgo. De todos estos lugares  me lleve la misma impresión: el consumidor ruso, es un muy buen bebedor, le encanta el vino  (hasta ahora el italiano y el francés) y está que deseoso de conocer nuevas cosas. No le basta con los vinos de buena relación calidad/precio. Quiere algo más. Le gusta lo muy bueno y, además, de marca. ¡Pues entonces… démoselo! No hace falta llegar al nivel de (con todo el respeto) estos “italianos pretenciosos”. Creo que podemos y debemos. Ahí es donde debemos echar la mañana en los próximos años: que los consumidores de todo el mundo vean los vinos riojanos (y el resto de vinos españoles) como algo realmente muy muy bueno. Tenemos tajo la verdad. Por cierto. Lo sé. Sigue pendiente el post acerca de las catas biodinámicas. Pero bueno, como todo en este apasionante  mundo del vino, el tiempo… ya saben…Tendrá que esperar. Hasta el próximo…

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