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La importancia de la copa
Entre los aspectos más importantes que debemos tener en cuenta para distinguir las características de un buen vino se encuentra la copa en la que lo servimos. Su tamaño, forma, grosor o diámetro influirá notablemente en nuestro nivel de percepción y, por lo tanto, en el disfrute final. A la hora de escoger la copa en la que serviremos el vino debemos tener en cuenta varios aspectos:
  • Su tamaño: El tamaño de la copa influye sobre la calidad e intensidad de los aromas del vino que degustemos. Debemos elegir cuánto espacio dejamos para que el vino pueda respirar y desprenda sus aromas que nosotros inhalaremos. De esta forma, el mayor contenido alcohólico de los vinos tintos nos aconseja usar copas grandes, mientras que para los blancos será mejor tamaños menores que, además, realzarán las notas frutales.
  • Su forma: Bajo el principio bautizado por Riedel de que “el contenido determina la forma”, las características del vino –fundamentadas principalmente por la variedad de uva-  nos sugerirán un tipo de copa diferente. Así, por ejemplo, la copa tipo Burdeos, que dirige el vino hacia el centro de la lengua, armoniza el carácter frutal, los taninos y la acidez, mientras que la copa tipo Borgoña, que envía el vino a la punta de la lengua, es idónea para equilibrar vinos con más acidez y menor tanicidad.
  • Su diámetro: La anchura de la copa influirá en la postura de nuestra cabeza a la hora de la cata. Las muy anchas obligan a inclinar la cabeza hacia delante y las estrechas hacia atrás, por lo que el vino irá hacia una u otra zona de la lengua. Cada fabricante decide, en función del tipo de vino, qué sabores quiere potenciar y, por lo tanto, ofrece diámetros diferentes.
  • Su grosor: Sin duda, el cristal fino es el más adecuado. Además de ser más agradable en el tacto con la boca, nos permite una comunicación más cercana con el paladar y nos aporta una visión clara y nítida sobre el color del vino.
Conviene, por tanto, seguir las indicaciones de cada fabricante a la hora de seleccionar uno u otro tipo de copa en función del tipo de vinos que vayamos a degustar. No obstante, como regla general, la cata de vino se beneficia cuando las copas son de gran volumen, cristal fino, boca abierta y cuerpo ancho. Sin embargo, el champagne exige una copa más alta y estrecha para proteger la burbuja y realzar la finura aromática de este tipo de vinos.

¿Cómo debemos limpiar las copas?

Tras su uso, limpiar las copas y dejarlas perfectas es una operación de gran importancia. Los mejores resultados se obtienen siguiendo estos sencillos pasos:
  • Lavarlas con agua tibia, sin utilizar detergentes ni jabones.
  • Dejarlas escurrir boca abajo sobre un paño para que se sequen.
  • Si se desea sacar más brillo, una buena solución es pasar la copa por encima del vapor emitido por agua hirviendo y, posteriormente, abrillantar con la ayuda de dos paños de lino sin hacer girar la copa por base.
  • Guardar la copa en vitrinas sin olores. Antes de servir un vino, conviene envinarlas con el mismo vino que se vaya a catar para hacer desaparecer posibles malos olores.
Si quieres profundizar en este tema, te recomendamos que visites la web de  Riedel, uno de los más importantes y célebres fabricantes de copas del mundo.

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